miércoles, 12 de julio de 2023

Hipnosis, estados de conciencia y mindfulness.

Última jornada del curso sobre hipnosis clínica. La mañana ha comenzado con la intervención, “Los estados de conciencia y su relevancia para la efectividad de las intervenciones psicoterapéuticas”, por Arun Mansukhan, –Psicólogo especialista en Psicología Clínica, Practitioner y Consultor EMDR Europeo. Director del Centro de regulación emocional Arun Mansukhan Psicólogos y Experto y Especialista Universitario en Hipnosis Clínica–.

Nuestro cerebro se puede dividir en tres tipos de respuestas, la “instintiva”, “la emocional”, que tiene “un valor representativo” y la “racional”, que permite la “autoconciencia”. Es, en concreto, este tercer tipo de respuesta “la que condiciona nuestra felicidad”.

La autoconciencia nos hace “plantearnos una serie de preguntas”. El estado de conciencia, o “estado de alerta”, “se experimenta” y “depende del sistema reticular activador ascendente y sus conexiones corticales”. La “metaconciencia”, es un “estado de autoconsciencia”, se “re-representa”, depende de “complejas redes cortico-subcorticales (talámicas) y cortico-corticales”.

La conciencia se puede dividir en “interna, externa y metaconciencia”. La “autoconciencia” nos permite “averiguar el posible comportamiento de otras personas”. Según Daniel Dennett, “si somos capaces de pensar en un ente como agente racional y considerar su comportamiento como resultado de su actividad mental, somos mejores prediciendo su comportamiento”.

La alteración del “autoconcepto” y de la “conciencia” es relevante a la hora de explicar los problemas de ansiedad, ánimo, traumáticos-disociativos, adicción-compulsión y psicosis.

La “conciencia ordinaria” se sitúa “dentro de la ventana de tolerancia”, lo que implica una “activación emocional media”. Tiene la “capacidad de prestar atención a los elementos de la experiencia inmediata (externa) y a los eventos mentales (internos) pero no a la vez”. El yo es el “observador central”. Hay una “capacidad voluntaria de cambio del foco de atención”. Por encima de este estado encontramos otros de “atención focalizada o receptiva” y por debajo de “disociación ordinaria, emocional o estructural”.

En la “conciencia restringida”, los “elementos que deberían estar en la conciencia se encuentran fuera”. Mediante la “conciencia ordinaria” la persona “es capaz de atender a los estímulos externos y a los internos”. Más allá de la “conciencia ordinaria”, observamos la “conciencia focalizada” o la “conciencia dual y expandida”, aquella en la que “la persona muestra una capacidad expandida y hace que elementos que normalmente son implícitos pasen a ser explícitos”.

Para concluir, la ponencia, “Mindfulness e hipnosis clínica: qué papel juega la flexibilidad psicológica en todo esto”, impartida por Félix Hernández Lemes, –Psicólogo Sanitario. Terapeuta especializado en Terapias de Tercera Generación y Supervisor del SPA del Centro de Guadalajara. Profesor-Tutor de Motivación y Emoción de la Facultad de Psicología de la UNED en el Centro Asociado de Guadalajara–.

En el contexto clínico, “el término meditación se refiere normalmente a una amplia variedad de prácticas, desde técnicas diseñadas para conseguir mayores niveles de relajación, hasta ejercicios llevados a cabo para alcanzar objetivos como la serenidad mental o el bienestar psicológico”.

En general se acepta “que la regulación de la atención es el elemento común en todas las prácticas”. Entre estas técnicas, una de las más conocidas “es lo que se ha venido a denominar, –con controversias en cuando a la utilización de este término–, la práctica del mindfulness”. 

La práctica del mindfulness, “se trata del desarrollo de una atención plena, sostenida, no enjuiciadora, del momento presente”. Además, “cuando se dirige la atención al momento presente, también es necesario que esta, sea acompañada de una actitud de compasión, interés, apertura y amabilidad, independientemente de si la experiencia resulta agradable o desagradable”.

La meditación “consiste en no hacer”, es la “única actividad humana que no intenta llegar a ningún sitio”, sino más bien trata de “estar donde ya se está”. En el mundo occidental, “la regulación de la atención es considerada uno de los mecanismos fundamentales que intervienen en la práctica de la meditación”.

El practicante debutante “debe entrenarse al principio también para dejar pasar”. No debe “dejarse atrapar por los pensamientos, sentimientos, sensaciones o deseos, en no apegarse ni identificarse con ellos”. Este entrenamiento “va trayendo consigo el cultivo de una quietud mental, un estado de observación desapegada o de alerta en reposo”.

Es frecuente “que los meditadores describan que, con la práctica, emerge un auto observador de su propia experiencia interna”, es decir, “un testigo de ella”.

En resumen, el observador “al ser capaz de ir tomando distancia y (des)identificarse de lo que le sucede, va desarrollando una capacidad de tomar consideración sobre la experiencia del momento presente de forma más objetiva, lo que permite, a su vez, responder  con más consciencia y más flexibilidad somática, cognitiva y emocional”.

El “de-centramiento” o “decentering”, también conocido como “distanciamiento psicológico”, se trata de “crear una distancia entre lo que uno percibe y la respuesta que aparece”. Algo que consiste en “relacionarse con la experiencia propia desde una actitud de observación, desde fuera”. Una perspectiva de-centrada “permite percibir con atención lo que ocurre internamente, sin evitarlo ni quedarse rumiando sobre lo que se percibe”.

Es habitual, que la mente se encuentre durante buena parte del tiempo en estado “mindless”, o lo que es igual, “opinando sobre lo que está sucediendo en el momento presente, en el futuro generando expectativas o en función del piloto automático, sin ser consciente de lo que se está haciendo, pensando o sientiendo”. Esto implica que “los patrones de respuesta suelen estar automatizados o son resistentes al cambio”.

La automatización de procesos “proporciona algunas ventajas, como es la economía del tiempo, pero también serios inconvenientes, como la desconexión con la realidad”. Por ello, convendría “hacer conscientes los automatismos que impiden observar lo que está ocurriendo en el presente”. Para contrarrestar el efecto de los automatismos, es necesaria “la práctica de la atención plena”.

El mindfulness “permite tomar una consciencia profunda de la ida, produciendo muchos momentos de insights, dejando de vivir con el piloto automático para aterrizar en el presente”. Esta técnica “conlleva a acentuar la atención y darse cuenta de la experiencia del momento actual”. Mediante la meditación, “se introduce un espacio vacío entre la percepción y la respuesta, que a su vez permite incrementar la flexibilidad cognitiva, así como la capacidad de respuesta reflexiva ante las situaciones, en vez de funcionar con el piloto automático”.

En definitiva, el cultivo de la “atención plena” deriva en una “mayor conciencia y nuevas formas de relacionarse con experiencias de distinta índole”. Lo que permite una “observación desprejuiciada y curiosa”. Las implicaciones del uso de estas técnicas derivan en una “menor reactividad a estresores, reducción de la preocupación, más autocompasión, más afecto positivo y comportamiento consistente con los valores”. La correcta aplicación de estos procedimientos redunda en una “mejor salud mental” y “menos susceptibilidad a la psicopatología”. También, en “un mejor manejo del estrés, el dolor y condiciones de salud”.

La aceptación, como alternativa a la evitación, “se apoya en la actitud de estar dispuesto a entrar en contacto con las vivencias internas negativas o con aquellas situaciones, acontecimientos o interacciones que tengan alguna probabilidad de desencadenarlas”. Este proceso no implica “querer o procurar algo, deseando que estuviera presente, ni considerarlo favorable, adecuado o correcto”. No significa “dejar las cosas tal y como están, cuando es posible cambiarlas”. Invita a “abrazar las experiencias tal y como son y en el momento”.

Aceptar “no significa ceder”. Ayuda a “fortalecer el cambio y abrazar el presente y todo lo que implique ese proceso”. Tampoco conlleva “un fracaso”, es el “reconocimiento de una estrategia fallida o que no da resultado”. Este concepto, fundamental en mindfulness, deriva en el “no juzgar”. El sufrimiento surge del empeño en “vivir en el pasado y el futuro”, dando de lado el momento actual. También, el malestar “parte de la relación con el objeto percibido”, sea en forma de “atracones, ansiedad o pensamientos críticos”.

El mindfulness “enseña a dejar de luchar y abrazar lo que surge”, auspiciado por la promesa de que “tenemos los recursos necesarios para afrontar las situaciones”. Al aceptar la realidad se percibe “con mayor claridad” y se contrapone a la “impulsividad o la rigidez”. Los pensamientos han de ser abordados “desde la distancia” y “sin identificarse con su contenido”, para aumentar la “capacidad de observación”. En definitiva, lo que se busca es “hacer espacio a las emociones, sensaciones o impulsos indeseados”, con el fin de “permitir un ir y venir sin luchar contra ellas, huir o prestar una indebida atención”. 

Existen evidencias neurocientíficas de que la hipnosis “facilita el cambio actitudinal, cognitivo y afectivo por parte de los pacientes y permite obtener resultados terapéuticos exitosos en menos tiempo y con un menor esfuerzo por parte de las personas que se someten a estos procesos”. Se experimenta una “flexibilidad y receptividad al cambio psicológico”. Parte de estas finalidades son compartidas con la meditación.

Estas herramientas requieren “una buena receptividad por parte del sujeto y capacidad de aceptación de los acontecimientos según se van sucediendo”. Es necesaria una voluntad de “dejarse llevar”. La hipnosis requiere de la intervención del terapeuta y sus resultados se pueden observar a “medio o corto plazo”. La meditación, si bien puede ser guiada en los momentos iniciales, se practica de manera autónoma y busca “crear hábitos saludables a largo plazo”. En resumen, hipnosis clínica y mindfulness “han demostrado su eficacia clínica en diversos contextos y su integración en protocolos terapéuticos es una realidad interesante y prometedora”.

 

martes, 11 de julio de 2023

Historia, aplicaciones y psicobiología de la hipnosis.

La jornada del martes ha arrancado, en sesión de mañana, con la exposición, “Hipnosis en Psicoterapia, (Destruyendo falsos mitos)”, por Carlos Conde Arranz, –Profesor-Tutor Uned Guadalajara y UNED Madrid en el Jacinto Verdaguer. Psicólogo Sanitario y Forense y Experto en Hipnosis Clínica–. 

 
La intervención ha comenzado con una cita de Ambroise-Auguste Liébeault, que afirma, acerca de los procedimientos de la sugestión hipnótica, que “una idea se instala en el cerebro a través de una orden y se transforma en acto”.

Otro, psicólogo especialista de este campo, Milton Erickson, decía que “no sabes todas las cosas que puedes hacer. Usa la hipnosis para explorar sabiendo que vas a encontrar algo de lo que no tienes conocimiento todavía”.

 “Son muchos los mitos que sobrevuelan como satélites a la hipnosis”, decía Conde.

Las técnicas de relajación profunda ya aparecen en el Antiguo Egipto, como las que “aparecen en el papiro de Ebers, Luxor (1534 a.c.)”. Encontramos algunas de estas herramientas en la India (3.500-5.000 a.c.), como “cánticos, repetición palabras, mantras, fijación, etc.”. También en los rituales de las culturas griega, romana, celta y cristiana. Por ejemplo, en los “templos del sueño griegos (300 a.c), conocidos como Asclepeiones”.

Avanzando en el tiempo encontramos al médico, alquimista y filósofo Theophrastus Bombast von Hohenheim, más conocido como Paracelso, “predecesor del mesmerismo”. Van Helmont, “fue otro precursor del magnetismo animal mesmeriano y de los fluidos magnéticos”.

En la hipnosis autoritaria, –siglo XVIII–, “el poder se encuentra en el hipnotizador, que da órdenes directas. En esta época, encontramos el enfrentamiento entre Johann Joseph Gassner, “sacerdote y exorcista que basaba sus intervenciones en la tradición y la fe”,  y Franz Mesmer, “que era médico y se basaba en la ciencia, postulando el denominado magnetismo animal”.

Entre las alternativas al fluidismo, ubicamos la sugestión. Las sugestiones son “directivas, repetitivas y autoritarias”. Los sujetos “especialmente sugestionables, eran llamados epoptas”. Entre sus precursores encontramos a José Custodio de Faria.

En el siglo XIX, aparecen los primeros estudios científicos sobre la hipnosis. Es, el médico escocés, James Braid el que cataloga estos procesos como “estados neurofisiológicos semejantes al sueño” y lo denomina “sueño nervioso”. Braid, “relega las teorías fluidistas” y aplica técnicas como “la fijación de la mirada, la concentración y el monoideísmo”.

También en el XIX, encontramos la rivalidad entre dos escuelas: Salpêtriéré y Nancy. Desde la primera se considera a la hipnosis una “neurosis histérica inducida” y la segunda la describe como una “sugestión mediante ideas persistentes relacionadas con el sueño y la focalización de atención”.

Ya en el siglo XX, Richard Bandler y John Grinder, los padres de la programación neurolingüística, plantean que “toda comunicación es hipnosis”. Por otro lado, para David Spiegel la hipnosis es un “estado psicofisiológico de concentración focal, atencional y receptiva en el que se da una disminución en la conciencia periférica”. Según Milton Erikson, el “enfoque psicoterapéutico, a través del trance hipnótico ayuda al paciente a utilizar sus propias asociaciones mentales, recuerdos y potenciales de vida para lograr sus propias metas terapéuticas”.

El proceso hipnótico consiste en las fases de “aceptación, inducción o profundización, sugestión y salida o deshipnotización”. El trance es “un estado de consciencia temporal y alterado, situado entre la vigilia y el sueño o el subconsciente”.

Son varios los mitos en torno a la hipnosis. El primero es que este procedimiento “no pertenece al campo de la psicología científica”, que es practicado por “charlatanes” y que sus beneficiarios “son personas crédulas y dependientes”.

El segundo mito es que la hipnosis “puede dejar a la persona enganchada en un trance” del que no se logra salir. Pero, lo cierto, es que “sólo el uno por ciento no recuerda nada de lo que ocurre durante el proceso”.

El tercer mito es que la hipnosis “puede explicitar o agravar patologías latentes de la persona” e incluso “el desarrollo de alteraciones psíquicas en individuos sanos. Además del “empeoramiento de los individuos con problemas psicopatológicos”. Pero la realidad es que “no tiene que generar ningún trastorno”, aunque haya que tener “precaución en pacientes con esquizofrenia o trastornos disociativos”.

En cuarto lugar se tiene la creencia de que la hipnosis “provoca un estado parecido al sueño” y que “si no se consiguen estas características, la persona no está hipnotizada”. Pero “no es imprescindible la sensación de sueño o relajación”, ya que existen las “sugestiones indirectas” o las “instrucciones motivacionales hacia la tarea”.

En quinto lugar, se suele considerar que la hipnosis “elimina y anula el control voluntario de la persona”, convirtiendo al sujeto en un “autómata en manos del hipnotizador” con el fin de “cometer actos delictivos o que le pongan en evidencia”. La verdad es que la hipnosis “no implica pérdida de voluntad o control”, ya que “si lo pierde en hipnosis, lo hace también en vigilia”.

El sexto mito es que la hipnosis “provoca reacciones inusuales, excepcionales y casi mágicas en las personas”. De ser atípicas, las reacciones, lo son “a nivel emocional”. El proceso “potencia competencias y habilidades” y “no crea ningún estado especial, salvo el del propio trance”.

También se piensa que la hipnosis “es una terapia muy eficaz que no requiere ningún esfuerzo del paciente por cambiar el comportamiento”. Pero en realidad, este proceso, “no es una terapia, sino una técnica” y “requiere una implicación o interés del paciente”.

El mito número ocho es que “sólo los muy susceptibles o débiles pueden ser hipnotizados”. Sin embargo, “ser sugestionable no indica debilidad” y sólo “una de cada cuatro personas no es hipnotizable”.

La mañana ha finalizado con la ponencia, “Hipnosis en el control del dolor”, a cargo de Isidro Pérez Hidalgo, –Psicólogo Clínico. Director de CHC Psicólogos. Presidente de la Sociedad Hipnológica Científica y miembro de la Sociedad Española de Medicina Psicosomática–.

Franz Anton Mesmer (1734-1815), pensaba, que “el magnetizador prácticamente tenía un don”. El hipnotizador, mediante su energía, “era capaz de equilibrar a la persona”.

En el siglo XIX, se consideraba que “los fenómenos hipnóticos se debían a una cuestión energética”. Hacia 1820-1830, se producen las primeras experiencias “con la hipnosis como analgésico”. James Esdaile, realizó “cientos de operaciones, a través de un coma hipnótico”, dentro de ese proceso “en el nivel más profundo el paciente no se comunica y consigue una anestesia profunda espontánea”. Además, el paciente “demuestra rigidez catatónica”. Esdaile comprobó “que la mortandad postoperatoria disminuía”. 

Ya en los años 50 la hipnosis se empleaba en cirugía. También, esta técnica, ha sido muy utilizada en estomatología. Otro de los campos de la medicina, en los que ha sido llevada a cabo la hipnosis, es la obstetricia. Por supuesto, encuentra su potencial en la psicología clínica.

El dolor se entiende como “una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada o similar a la asociada a un daño tisular real o potencial”. En líneas generales, el dolor se puede dividir en tres tipos: el dolor nociceptivo, “que proviene de un daño concreto”; el dolor neuropático, en el que los “circuitos del dolor son los que están dañados”; y por último el dolor nociplástico, “no existe un daño, pero sí una sensibilización”.

Entre las principales aplicaciones de la hipnosis, en el control del dolor agudo, están “la angioplastia, la quimioterapia, la cirugía plástica, las quemaduras, el parto e intervenciones ginecológicas”. También en dolor crónico como “cefaleas, dolor oncológico, artritis, lumbalgia, fibromialgia y síndrome temporomandibular”.

Los sujetos con “alta sugestionabilidad”, consiguen mejores resultados en la reducción del dolor. Las sugestiones hipnóticas “son eficaces en el dolor clínico y en el inducido experimentalmente”. Son numerosos los estudios que avalan estas técnicas, con mejorías comprobadas de forma empírica.

Es necesario distinguir entre dolor y sufrimiento. El dolor “puede ser puntual e inevitable, pero el sufrimiento se puede alargar”. La hipnosis para el tratamiento del dolor “no debe ser la intervención única, sino que debe acompañar a otras técnicas psicológicas o médicas”. La hipnosis “no es un placebo, aunque las expectativas son importantes”. 

En cuanto a la eficacia comparada de la hipnosis clínica con otras herramientas psicológicas en el control del dolor, se ha demostrado que “consigue reducciones mayores que otras técnicas no hipnóticas”. La hipnosis clínica “con sugestiones de analgesia es más efectiva que con sugestiones de relajación solamente”. Estos procedimientos, también, “influyen sobre algunas estructuras cerebrales”.

Con anterioridad al tratamiento hipnótico del dolor, hay que cuestionarse “la información previa del paciente sobre la etiología de su problema”. Hay que saber “la valoración del paciente sobre la intervención mente-cuerpo”. Conocer “qué resultados han tenido tratamientos anteriores”. Los motivos “que han derivado al paciente a tratamientos con hipnosis”. El conocimiento “de la hipnosis clínica que tiene el paciente”. Las “expectativas sobre la hipnosis de la persona a tratar”. También es muy importante, “evaluar la sugestionabilidad”.

La hipnosis clínica exploratoria “se ocupa de buscar causas u orígenes del dolor”. Para ello, “utiliza técnicas como la regresión, el puente afectivo o el interrogatorio de ideodinámica”. Se tiene en cuenta que “el origen del dolor está frecuentemente asociado a acontecimientos sensibilizadores o conflictos no resueltos”.

Por su parte, la hipnosis clínica para modificar el síntoma “emplea una serie de estrategias para reducir el dolor”. Entre ellas, “la hipoanalgesia, el desplazamiento del síntoma, la disociación y la distorsión del tiempo”. 

La autohipnosis produce “una reducción de la percepción cotidiana del dolor, que puede llegar a ser permanente”. Además produce “periodos de descanso y confort”.

La sesión de tarde, ha arrancado con la exposición, “Hipnosis en el embarazo y el parto”, por Cristina López Micó, –Psicóloga General Sanitaria con Máster en Psicoterapia Humanista Integrativa. Hipnoterapeuta y miembro de la Sociedad Hipnológica Científica. Especialista en Fertilidad y Psicología Perinatal y Directora y Fundadora de Fertilidad y Familia–.

López Micó, ha comenzado su intervención hablando de la importancia, –dentro de los procesos de fertilidad–, de “creer para hacerlo realidad”. Ha continuado con un hecho tangible en la sociedad, y es que “cada vez existe un aumento de las dificultades para concebir”. Frente a esta problemática es necesaria una “colaboración entre especialidades y profesionales”, para ello son distintas las disciplinas que pueden contribuir a la mejora de la concepción.

La infertilidad “es una problemática con múltiples causas”. Es necesario “un abordaje integrativo e interdisciplinar”. También, se debe perseguir “la empatía con los pacientes”, en los procesos comunicativos. Por otro lado, es primordial la presencia de “más psicólogos especialistas”.

Las “creencias limitantes”, influyen mucho en estos procesos. Desde su experiencia, Cristina López, sigue un procedimiento que comienza con un “abordaje integrativo e interdisciplinar en la familia y en la búsqueda de embarazo”. Con un “acompañamiento, presencia, empatía, soporte y contención”. Hay que valorar el “consciente e inconsciente”, para incidir en “las programaciones mentales y creencias que limitan nuestra vida”,

Entre las fases de trabajo en la búsqueda de un embarazo, encontramos la “evaluación”, el “análisis de factores de riesgo” y las “variables que están afectando a la fertilidad”. También se puede “derivar a otros profesionales”, desde un “abordaje interdisciplinar”, que incluya diversas especialidades médicas.

En estos casos, la hipnosis se puede usar “como herramienta básica de trabajo en la mejora de la fertilidad, trabajando sobre todas las variables que están afectando a los pacientes”. Este trabajo implica trabajar sobre los “miedos, duelos o pérdidas”, también de “los problemas de pareja” y los “mensajes recibidos del entorno médico y social. Por otro lado se abordan “los hábitos alimentarios y de autocuidado”. Además, desde la “hipnofertilidad”, se trata de “optimizar la fertilidad natural del paciente”.

Para el “hipnoparto”, se trabajan aspectos como la “oscuridad, –el uso de antifaz, ojos cerrados y elementos que permitan la relajación–, la tranquilidad, calma, confianza en el cuerpo y silencio”. Además, se necesita desterrar los “miedos, creencias y experiencias ajenas en el inconsciente propio y colectivo”.

Ha cerrado la jornada, la sesión, “Psicobiología de la Hipnosis, con la intervención de los ponentes, Jorge Cuadros Fernández, –Embriólogo Clínico. Doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad Autónoma de Madrid y Máster en Hipnosis Clínica por el Ateneo de Madrid. Director Científico de Metafour Madrid S.L.–, y David Antón Menéndez, –Profesor Colaborador. Psicólogo Clínico en la Unidad de Intervención Psicosocial de la Universidad Pontificia de Comillas de Madrid. Director del Máster de Hipnosis Integradora en Psicoterapia–.

Según Ernest Rossi, “un enfoque mente-cuerpo puede generar cambios a nivel neuro-fisiológico que no solo alivien los síntomas, sino que faciliten la curación de diversas enfermedades, modulando la expresión génica y promoviendo la plasticidad neuronal”.

Cuadros Fernández, ha definido la hipnosis como un “estado de consciencia, diferente de estar durmiendo y de estar despierto, en el que todos entramos de forma natural cada día, varias veces”. Según la APA, la “hipnotizabilidad” es “la capacidad del individuo para experimentar cambios sugeridos en la fisiología, sensaciones, emociones, pensamientos o comportamiento, durante la hipnosis”.

La plasticidad cerebral es “la capacidad del cerebro para modificar sus conexiones neuronales ante estímulos novedosos”. Lo que hace que el estado de hipnosis sea especial, es “que al recibir una información positiva, la mente subconsciente la acepta”. Esto “acelera el proceso de sanación”.

Ernest Rossi, propuso un procedimiento hipnótico, el Proceso creativo de cuatro estadios. El primero es la “recolección de datos”. Esta fase “empieza nada más entrar en contacto con la persona”. Se trata de recopilar toda la información posible. El estadio de “incubación” incluye el “planteamiento del problema, la inducción y la aparición del conflicto, malestar o abreacción”. El estadio tres es el de la “iluminación”, que presenta una “posible solución al problema” y la consecuente “relajación”. El paso cuatro es la “verificación”, la “aplicación de la solución encontrada, en el mundo real”, en este proceso se realiza una “revisión de la sesión”.

Cuadros Fernández, ha concluido aseverando que “el organismo humano posee sus propios mecanismos de autorregulación y mantenimiento de la homeostasis”. En estos procedimientos, “una intervención hipnótica puede regular la expresión de los genes de una forma positiva, para poner en marcha esos mecanismos”. En conclusión, “el estadio de verificación debe ocurrir para que el problema se resuelva”.

 

Antón Menéndez, ha partido de una definición de la hipnosis como “una forma de comunicación que activa un estado de receptividad y proporciona instrucciones para enseñar, activar o modificar creencias, actitudes y patrones emocionales, sensoriales y conductuales”.

En una sesión de hipnosis existe primero, una “técnica de inducción”, para favorecer el estado de trance. Esto conlleva una “absorción de la atención y relajación”. A menudo, hay una “visualización” o una “guía de asociación de ideas”. Esto consigue activar los “fenómenos hipnóticos”. También hay “sugestiones”, que generan una serie de cambios. Todo ello, para llegar a una “finalización”.

Cuando hablamos de hipnosis y ciencia, encontramos como grandes precursores a Clark L. Hull, que en los años 30 estudió el fenómeno a través de un análisis estadístico y experimental. En Stanford, Ernest Hilgard, durante los años 50, realizó estudios sobre el control del dolor. Ya en siguientes décadas aparecerían numerosas asociaciones dedicadas al estudio de estos procesos.

En estudios de neuroimagen destacan Helen Crawford, Pierre Rainville, John Gruzelier e Irving Kirsch.

Al centrarnos en el cerebro, en los procesos de hipnosis, cada una de sus partes nos permite visualizar ciertas respuestas. En el tronco encefálico, se observa “la absorción y relajación”. En lo relativo al lóbulo frontal, durante las técnicas de hipnosis aparece una “inhibición frontal”, que favorece la “anulación del juicio” y las “no limitaciones lógicas”. También aparece un “dejarse ir”. En lo que se refiere al córtex cingulado anterior, nos da una “experiencia significativa”, porque tiene una “resonancia emocional”.

El hemisferio izquierdo del cerebro “se encarga del procesamiento lógico y la memoria semántica”. El derecho, “de la intuición, las emociones y la creatividad”. Las metáforas sirven para “cubrir el hueco entre lo emocional y lo lingüístico”.

La principal controversia de la hipnosis es si se trata de “un estado o no”. En relación a ello, existen diferentes corrientes, “los neo-disociativos” frente a los “sociocognitivos”, y algunas teorías hablan del “cerebro dividido” y del “cerebro modular”.

lunes, 10 de julio de 2023

Usos clínicos de la hipnosis: una forma de abordar los TCA y el trauma.

Último curso de las diversas formaciones veraniegas impartidas en los centros asociados de UNED, en la provincia de Guadalajara, –en concreto, dentro del EJE de Azuqueca–. El lunes 10 de julio, se marcaba el término de esta singladura académica, con un seminario dedicado a los usos clínicos de la hipnosis. Se trata de la divulgación, “Hipnosis clínica en psicoterapia: fundamentos y aplicaciones prácticas”, y trata de desgranar la forma en que las diversas formas de sugestión controlada, posibilitan los cambios en la conducta.

Para arrancar, la ponencia, “El papel de la hipnosis en el tratamiento de los Trastornos del Comportamiento Alimentario”, a cargo de Marta Isabel Díaz García, –Doctora en Psicología y Especialista en Psicología Clínica. Profesora Titular del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la UNED y Docente del Diploma de Especialización en Hipnosis Clínica por la UNED–.

Díaz García, ha comenzado su ponencia hablando de la hipnosis como un “proceso de atención focalizada, con el soporte de un agente externo –el hipnotizador– que ofrece sugestiones, dando lugar a un flujo imaginativo prominente, con cambios en la memoria, la percepción y la conducta, acompañado de una disociación del control ejecutivo”.

Pero es fundamental entender que “la hipnosis no es una terapia en sí misma, sino un procedimiento integrado en otros tratamientos psicoterapéuticos”. Para ello, la forma de usarla “dependerá del marco teórico psicoterapéutico”.

Las alteraciones de la conducta alimentaria, “conforman un grupo de trastornos psicológicos heterogéneo –generalmente anclados en la niñez-adolescencia–”. Entre los más frecuentes encontramos, la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa y el trastorno por ingesta compulsiva.

Una dimensión fundamental es el valor de la alimentación, ya que “más allá de su función nutricional, comporta una dimensión social”. La  alimentación constituye un espacio “especialmente susceptible de expresión psicopatológica”.

En cuanto a la etiopatogenia, –las causas y formas de una enfermedad concreta–, encontramos diversos factores: “vulnerabilidad biológica, heredada o adquirida que predispone a padecer este tipo de trastornos”; “predisposición psicológica a través de  experiencias precoces, traumáticas, influencia familiar, inestabilidad afectiva o rasgos de personalidad”; y “factores sociales como la presión, los modelos de belleza y éxito. Las altas exigencias y el perfeccionismo clínico”.

La anorexia nerviosa, está “caracterizada por una pérdida significativa del peso corporal producida por la decisión voluntaria de adelgazar”. El adelgazamiento tiene varias vías, como la “supresión”, a través del ayuno, o “restringiendo el consumo de alimentos”, especialmente aquellos hipercalóricos. También mediante “conductas purgativas o compensadoras, –vómitos, laxantes, ejercicio físico, consumo de anorexígenos, diuréticos, entre otros–”.

Además, existe un “miedo intenso a ganar peso o convertirse en obeso, o conducta persistente que interfiere con la ganancia de peso, incluso con peso significativamente bajo”.

Este trastorno, de forma habitual, se “inicia en la adolescencia en gran porcentaje, suele tener un comienzo insidioso, con alto porcentaje tras el  comienzo de alguna dieta”. Además, se observa una “negación de cansancio o hambre”, y una “frecuente persistencia de ejercicio físico obsesivo”.

El cuadro clínico de la anorexia nerviosa, implica una “disminución de las horas de sueño, aumento de la actividad útil o ansiedad ante el rendimiento académico, junto a una pérdida de temperatura corporal”.

El aislamiento social “se va produciendo poco a poco, al dejar de salir con las amigas, poniendo de excusa que beben, fuman, u otros motivos y los padres ven bien que no salgan mucho”. Suelen ser “niñas sumisas, excelentes hijas”, que al presentar “inicios de cambios emocionales”, experimentan “un resentimiento de la dinámica familiar”.

En la bulimia nerviosa, encontramos “episodios recurrentes de atracones, conductas compensatorias inapropiadas de manera repetida con el fin de no ganar peso y autoevaluación exageradamente influida por el peso y la silueta”. Los atracones vienen acompañados de “una disociación y pérdida de control”.

Su comienzo, se da “a edades posteriores a la Anorexia, entre los 16 y los 20 años”. El diagnóstico precoz “tiene una mayor dificultad”. Con frecuencia, “es diagnosticada por internistas y odontólogos”. En “una cuarta parte de los casos se suele dar tras una anorexia nerviosa restrictiva”. También, “se suele iniciar a partir de una dieta”.

Los vómitos, “producen inicialmente alivio”. Es decir, a través de esta conducta, “se puede controlar el peso y disminuyen las tensiones familiares a las horas de las comidas”. Se establece una dinámica “parecida a las adicciones”. Los atracones, “suelen producirse a escondidas. En pacientes jóvenes no es infrecuente que escondan envoltorios de alimentos en lugares de fácil acceso para las madres, –quizás como una petición de ayuda–“. En pacientes adultas puede haberse convertido “en un mecanismo ansiolítico”.

En cuanto al estado actual de los tratamientos psicológicos con apoyo empírico en trastornos de la conducta alimentaria, encontramos que la “terapia cognitiva conductual tradicional, ofrece tratamientos efectivos bien establecidos”. Estos tratamientos llevan siendo empleados, en la bulimia nerviosa, “desde los años 80”. Aunque esta terapia sigue resultando eficaz para los trastornos alimentarios, encontramos “datos controvertidos en anorexia nerviosa”. La “terapia de familia”, constituye “un tratamiento eficaz en adolescentes”. En adultos la terapia cognitiva conductual, “evita recaídas”, pero existen “datos controvertidos en la fase de desnutrición”.

Según la doctora, en la terapia cognitivo conductual tradicional, “existía un sobrevaloración del peso y la figura corporal”.

La “terapia cognitivo conductual-mejorada”, incluye “elemenos comunes a los distintos TCA”, de los que observamos “perfeccionismo, intolerancia al malestar emocional, déficit de autoestima y dificultades interpersonales”. A nivel clínico, encontramos que “sólo el 50 por ciento de TCA tratados durante 20 semanas responde al tratamiento”.

Entre los elementos básicos de una terapia cognitiva conductual para TCA, tenemos la “psicoeducación sobre el problema; reestructuración de creencias de alimentación y autoconcepto; redirección de la atención; modificación de hábitos; entrenamiento en habilidades sociales, asertividad, gestión de conflictos; planificación y gestión emocional; y exposición corporal y afrontamiento de miedos”.

¿Qué encontramos tras los síntomas? Personas “inteligentes”, con “resultados brillantes”, “sensibles”, y “con recursos”. Y, ¿qué suelen buscar en la atención psicológica? La atención a problemas derivados de “divorcio en la familia, problemas con amigas o compañeras, conflictos familiares, problemas en los estudios, rupturas amorosas o depresión”. También se percibe un “miedo a la vida”, y la “necesidad de gobernar un mundo incontrolable para sentir autoestima”. Sus cuerpos “son el mecanismo para encontrar seguridad, mediante su control estricto”. Para una chica con anorexia, “tener necesidades es fracasar”. Los TCA son propios de mujeres y hombres, “que no pueden ser felices, vitales” y se “sienten incompetentes e insatisfechos si tienen imperfecciones”. Díaz García, aseveraba que “las imperfecciones son parte del mundo real”, y “lEl proceso de aprendizaje, no se lo ahorra nadie”.

Existen tres áreas de funcionamiento psicológico alterado, dentro de estas patologías. La primera es “la percepción del propio cuerpo y la manera en que se miran”. En segundo lugar, “la interpretación de estímulos internos y externos, siendo el fundamental la experiencia del hambre”. Por último, “la propia autosuficiencia”.

¿Cómo funciona el cerebro de estas personas? Pues encontramos que están “ancladas a un nivel preconceptual, de bajo razonamiento abstracto, pensamiento literal concreto, mágico e infantil”. Existe una “rigidez cognitiva”, y “no aprenden a pesar de la retroalimentación”. Presentan “dificultades en planificación y solución de problemas”, amén de “déficit a la hora de encontrar alternativas”, o “inhibición de respuestas interferentes”. También, aparecen “dificultades en la interpretación de lo social”.

¿Para qué sirve la hipnosis en los TCA? Pues, entre otras cosas, para “modificar conductas hondamente arraigadas”. La susceptibilidad a la hipnosis “correlaciona con mayor flexibilidad cognitiva y mejor respuesta a terapias”. Conlleva una “cesión de control” y “autonomía  frente a la actitud sumisa”. Hace posible la “flexibilidad cognitiva”.

El proceso de hipnosis, “es una forma de comunicación que invita a construir imaginariamente, percibir, visualizar, situaciones en términos de posibles, estructurados como opciones reales”, que sirve para “actuar mediante conductas congruentes con esas situaciones imaginarias que pudiesen ser reales”. Estos procedimientos dan lugar a la “apertura mental y flexibilidad para conectar con su mundo interno y externo, para así experimentarlo y responder de forma diferente”.

La hipnosis, permite “distinguir entre las señales de hambre y saciedad y estas de otras sensaciones”. También se “amplifica la experiencia y se asocia la relación de hambre con comer y la de saciedad con no comer”. Además se “toma conciencia de la capacidad para controlar la ingesta”, es decir, “el control a través del descontrol”. Consigue “disociar de la necesidad de estar monitorizando y controlando cualquier cambio corporal”.

La hipnosis hace que se pueda “tomar contacto con estados emocionales y sensaciones temidas y perder el miedo al descontrol emocional”. Aumenta “la apertura a la experiencia y a la vida”. Amplifica “recuerdos cargados de emociones”. Aumenta “la flexibilidad cognitiva y emocional”. “Amplifica experiencias” y “facilita reconocer los errores cognitivos”. En otro orden de cosas, “construye expectativas y nuevas opciones de vida”. Da lugar a la “consecución de la aceptación de uno mismo y la conexión con la valía personal, más alla de lo que tenemos o hacemos”. Construye en la imaginación “una nueva forma de experimentarse”. De forma indirecta, “puede permitir la mejora de las relaciones sociales”, y ayuda a “mejorar el autoconcepto y la autoestima”. Esto hace posible la capacidad de “visualizar mejores habilidades de afrontamiento”.

Ya en el proceso de hipnosis, durante la fase de inducción hay que seguir una serie de pasos. En primer lugar, la “fijación de la atención en un punto”. Además de “no empeñarse en que las cosas sucedan”. Se emplean “historias o metáforas”. Se recurre a “experiencias tempranas” y se “focaliza en sensaciones”. Por último se llega a la “disociación”. En cuanto al trabajo específico, se puede optar por establecer el “relato del día perfecto”. La conexión profunda con “la desactivación y la predisposición al cambio”. El afán por los “detalles sensoriales”. El almacenamiento de “esta experiencia en su memoria y anclarla a palabras” y la búsqueda de una “situación real de afrontamiento”. Se buscan “nuevas formas de verse y experimentarse mental y físicamente”. La imagen corporal asociada a los conceptos de “fuerza, potencia e impulso”. Para finalizar se busca una “regresión” y conectar con el pasado “sin el impacto emocional”.

Entre las características “facilitadoras del proceso hipnótico”, observamos el establecimiento de una serie de “ideas ajustadas sobre el proceso”. Una gran “capacidad imaginativa” y una “implicación emocional con lo imaginado”. La “capacidad de absorción de lo sugerido”, o para “mantener la atención a un estímulo sin distracciones”. También, “una atención selectiva que permita la discriminación entre estímulos”. Esta atención, además, debe ser “dividida”, es decir, “que sirva para alternar la atención entre dos tareas” y “vigilante”, para reaccionar a nuevos estímulos. En último lugar es necesaria una “flexibilidad cognitiva”.

La “disociación”, permite “abandonar el control consciente”, pero “manteniendo la percepción de autonomía y control”. Establece, a su vez, un acceso “a las necesidades reprimidas que permita conectar con ellas, tanto desde lo físico como desde lo psicológico”. La absorción, “dirige todos los recursos mentales hacia el foco de la intervención”. En tercer lugar, la “sugestibilidad”, permite “aceptar otras formas de pensamiento” y “facilita el cambio de comportamiento”. Hay que tener en cuenta que “cuanto más grave sea la psicopatología, menor velocidad habrá en el trabajo hipnótico”. Un trabajo que ha de “integrarse en protocolos con soporte empírico”.

La conclusión a extraer, como decía Díaz García, es que “detrás del trastorno del comportamiento alimentario, hay una persona que siente que su TCA es lo único que tiene”.

Para concluir la jornada, la charla, “Hipnosis, trauma y disociación”, por parte de Héctor González Ordi, –Especialista en Psicología Clínica. Profesor Contratado Doctor de la Universidad Complutense de Madrid y docente del diploma de Especialización en Hipnosis Clínica por la Uned–.

“A finales del siglo XIX, a través de diversos autores, ya se empieza describir el trauma físico y/o psíquico”. En aquel momento se hablaba de “la división de la consciencia o doble consciencia”, de “histeria e histero-epilepsia” e “hipnosis y sugestión”.

Un momento cumbre en la historia de la hipnosis, fue en la década de los 60, “donde la hipnosis entra en los laboratorios de psicología experimental”. Estos procesos fueron estudiados a lo largo del siglo XX, pero volvieron a tomar vigor a partir del año 2000, debido a los estudios “sobre su eficacia clínica”.

“Durante la hipnosis, el sujeto es dirigido por el hipnotizador con el fin de que responda a sugestiones que producen cambios en la experiencia subjetiva, alteraciones en la percepción, sensación emoción, pensamiento o conducta”.

Existen varias formas de hipnosis. En la “hetero-hipnosis”, el terapeuta “administra sugestiones específicas al paciente con el fin de abordar objetivos clínicos concretos”. La “auto-hipnosis”, permite al paciente “reproducir, aprender y generalizar las sugestiones en la vida cotidiana con el fin de mantener los beneficios terapéuticos”.

Entre sus efectos, encontramos “un estado de focalización y absorción atencional intenso, que minimiza los pensamientos y sensaciones que compiten entre sí”. Además, “es un estado de consciencia que implica la focalización de la atención, reducción de la atención periférica y que se caracteriza por una mayor capacidad de respuesta a la sugestión”.

En tercer lugar, ubicamos, la “hipnosis espontánea”, o lo que es igual “una experiencia psicológica episódica de intensa absorción, un estado natural, que puede conllevar aspectos placenteros o displacenteros”, y “que ocurre espontáneamente cuando la persona se ocupa de una tarea altamente motivante que exige una intensa concentración”. Esto se produce, por ejemplo, con “la identificación del personaje una novela”, o, a nivel deportivo, mediante “una carrera sostenida en el tiempo”. También con la música como experiencia inmersiva. O, por ejemplo, “la hipnosis de carretera”, que es “la sensación de recorrer un camino conocido sin la noción de haber atravesado un buen número de kilómetros”. Otra, podría ser el cine, que permite “dejar volar la imaginación”, o “el contacto directo con la naturaleza”. Además, también ocurre durante el “trance religioso”.

El comportamiento hipnótico “es el resultante de un proceso de comunicación interpersonal e interactivo”. Este comportamiento, “es propositivo, deliberado y dirigido a unas metas”. Además, potencia respuestas “no deliberadas, involuntarias y disociadas”, en los sujetos hipnotizados.

La instrucción, “es la base de las técnicas cognitivas, que potencia la deliberación”. La hipnosis “deja que las cosas sucedan”. En el ámbito clínico “las personas son más sugestionables, que entre la población general”. También el “dolor crónico”, influye en un aumento de la sugestionabilidad.

Para la aplicación de la hipnosis, encontramos diversas fases. La “preinductiva”, sirve para “aclarar miedos y concepciones erróneas”. Propone una “sesión informativa sobre qué es hipnosis”. Plantea “objetivos terapéuticos y evalúa el nivel de sugestionabilidad”. La “aplicación de técnicas de inducción”, permite una “modificación de las variables del sujeto con el fin de aumentar la receptividad a las sugestiones propuestas”. Después, la “administración de sugestiones específicas”, da lugar a la “modificación de respuestas cognitivas, fisiológicas y motoras orientadas a los objetivos clínicos propuestos”. En último lugar, la fase “posthipnótica”, conlleva “un aprendizaje, mantenimiento y generalización de las respuestas generadas mediante sugestión en consulta”.

La hipnosis, “incrementa la flexibilidad cognitiva y modifican el sentido de agencia”. Por otra parte, “incrementa la focalización de la atención y la atención selectiva”. También, “disminuye la atención vigilante”. A su vez “incrementa la implicación emocional y el realismo en la imaginación”. Aumenta “la sensación de tranquilidad y autocontrol”. Facilita “la identificación de puntos calientes emocionales, que el paciente puede haber racionalizado o evitado cognitivamente durante la entrevista”. Permite “la regulación de la información sensorial y de la actividad interoceptiva”. Reduce “el pensamiento rumiativo y errático”. En último lugar, atenúa “el miedo anticipatorio y el catastrofismo”.

La hipnoterapia, “es el empleo de la hipnosis en el tratamiento de un problema o trastorno médico o psicológico”. La hipnosis clínica se define como “la incorporación de una técnica más”, dentro de la gama de recursos a emplear.

Existen estudios empíricos sobre la eficacia de la hipnosis clínica, como potenciador de la terapia cognitivo conductual. Sus aplicaciones se encuentran en el “manejo de la ansiedad y el distress emocional; en depresión y en dolor agudo y crónico; en el manejo de efectos adversos de la quimioterapia; manejo de la ansiedad y el dolor en procedimientos médicos invasivos; en trastornos psicosomáticos, problemas gastrointestinales, trastornos del sueño; etc”.

El trauma, “es un golpe emocional”, afirmaba González Ordi. Entre las respuestas a esta situación, encontramos la “resiliencia (que se da entre un 35 o 55 por ciento de los casos)”, “la recuperación (15-35%)”, “la trayectoria demorada (5-10%)” y “la crónica (10-30%)”. Los traumas, implican “los pensamientos intrusivos, la reexperimentación, la evitación, la alteración de la alerta y la reactividad, además de la sensación persistente de amenaza”.

La disociación como proceso psicológico “normal o funcional”, nos permite “escapar” de la realidad cotidiana. Sumergirnos en “realidades virtuales mucho más creativas y gratificantes”. Nos permite “ponernos en automático”. Posibilita la capacidad de “centrarnos y procesar intensa y completamente en una tarea altamente motivante”. Sirve como “respuesta adaptativa a una amenaza inesperada”. Se constituye como “lugar seguro”, frente a una realidad “poco manejable o desagradable”. Por último, consigue desplazar emociones negativas como “el miedo, la tristeza, la ira, el dolor y el sufrimiento”.

Frente a este tipo de disociación, encontramos la “clínica o patológica”. En este caso, “se conceptualiza como un rasgo o estado psicobiológico, cuya función es proteger al individuo del impacto de las experiencias traumáticas”. Algo que supone “una interrupción en la integración normal de la conciencia, la memoria, la identidad propia y subjetiva, la emoción, la percepción, la identidad corporal, el control motor y el comportamiento”.

En el “modelo del trauma”, se puede observar “una vulnerabilidad biológica”. También, “experiencias adversas extremas en la infancia”. Podemos encontrar “abuso o negligencia emocional, física, sexual”. Esto se debe a una “exposición prolongada en el tiempo, sobre todo en la niñez o adolescencia”. Algo en lo que puede contribuir el “bajo apoyo familiar y social”.

Desde el “modelo sociocognitivo”, se percibe “alta sugestionabilidad y tendencia al fantaseo”. Con cierta “propensión a los falsos recuerdos”. Con influencia del “efecto de los medios de comunicación y redes sociales”. Sin olvidar una “tendencia a la exageración de los síntomas” y la aparición de “problemas cognitivos y lapsus de memoria”.

En último lugar, atendiendo al “modelo diátesis-estrés”, llegamos a una dualidad. Desde la diátesis, se extrae una “alta capacidad autohipnótica como mecanismo de protección”. Los altos niveles de estrés, conllevan “sufrimiento y dolor”.

Abordar el trauma, implica “la exposición y el procesamiento emocional de los recuerdos traumáticos”, así como la “reintegración de la nueva información corregida”. En este procedimiento la hipnosis “puede utilizarse como coadyuvante de la terapia cognitivo-conductual, psicodinámica, u otros enfoques terapéuticos”. Su utilización “incrementa la eficacia en numerosas situaciones clínicas”.

Los tratamientos disociativos de la personalidad, pueden ser tratados a través de tres instancias:

En primer lugar, una fase de “estabilización”, que persigue un “establecimiento de la relación terapéutica”. Una “psicoeducación y el establecimiento del lugar seguro”. El “manejo de los síntomas de ansiedad”. Un “incremento de la tolerancia al estrés”. El “manejo de la desregulación emocional y de la ira y conductas violentas”. Además se busca controlar “las conductas impulsivas y compulsivas de riesgo”. Por último, se produce un “desarrollo de repertorios conductuales protectores y saludables”.

Durante el “manejo de recuerdos traumáticos”, se produce una “exposición gradual con manejo de la ansiedad”. Esto “permite manejar los recuerdos fragmentarios para favorecer la reconstrucción de la narrativa del trauma, mediante exposición gradual fraccionada”. Para ello se “modifica el impacto emocional de los recuerdos traumáticos y facilita su re-evaluación cognitiva”.

En la fase de “reintegración y rehabilitación”, se produce un “manejo de los síntomas de desapego y de la amnesia disociativa”, amén de “la compartimentalización”, es decir, el “acceso a las partes disociadas o alters”. Por otro lado, “se detectan y regulan los procesos emocionales compartimentalizados” y se realiza una “exposición gradual al trauma con manejo de la disociación”.



viernes, 7 de julio de 2023

¿Virreinas o esposas? Las virreinas neogranadinas, el duque de Calabria, la marquesa del Cenete y Germana de Foix

El curso “Las virreinas en la monarquía de los Austrias. Un poder femenino dentro de las estructuras político-culturales de un imperio” llegaba hoy, viernes 7 de julio, a su fin. Paula Revenga Domínguez (profesora de Historia del Arte de la Universidad de Córdoba) y Luis Arciniega García (catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Valencia) protagonizaron las dos últimas ponencias.


Las virreinas neogranadinas: presencias femeninas, entre lo público y lo privado:

El virreinato de Nueva Granada se constituyó en 1717 por el rey Felipe V, abarcó los territorios de Ecuador, Colombia, Panamá y Venezuela. 14 virreyes pasaron por su mando durante sus 93 años de existencia y sólo seis virreinas (dos de ellas procedían de la Península Ibérica). Perduró hasta la independencia de estos territorios pero fue restaurado en 1739 después de unos años que transcurrieron con dificultad.

“Sin virreina no hay corte”, comenzó indicando Domínguez. Además, mencionó a Antonio Amar y Borbón y a su esposa, la virreina María Francisca de Villanova, apodada como la “nueva María Antonieta”. Aunque lograrían abandonar el virreinato con vida llegaron a estar encarcelados tras las revueltas, organizadas, en parte, por el gran derroche de los virreyes.

“No llegaron a tener un palacio virreinal en condiciones. Tuvieron muchos problemas desde el principio porque comprendía un amplio territorio. Las élites locales habían adquirido mucha fuerza y mucho poder. Los miembros del cabildo protestaron en numerosas ocasiones”, continuó explicando la docente.

“María Francisca de Villanova era muy caprichosa, ella aprobaba los gastos que tenían que ver con lo doméstico. Ejerció un papel de intermediaria entre el rey y las oligarquías neogranadinas. Todas las virreinas contaban un título nobiliario, por lo que las dotes van a estar muy vinculadas con estas redes de parentesco a las que pertenecen por los títulos familiares. Otro de los papeles de la virreina es organizar el séquito, uno de los elementos fundamentales, una manera de presentación, de autoridad”, afirmó Domínguez.

Asimismo, la virreina debía cumplir una función social en la corte. Esta vida social, de hecho, la va a organizar ella y esas relaciones establecidas se reflejaron en numerosos documentos.

Las rutas desde España a América comenzaban en Cartagena y finalizaban en Santa Fe y variaban en función de la estación del año en la que se realizaba el viaje. Varios de los virreyes, de hecho, se quejaron del calor y de los mosquitos, portadores de enfermedades en muchas ocasiones. Y, para transportar mercancías y personas a través del Río Magdalena (Colombia), se empleaba el champán, que tuvo origen en China y Japón, compuesto por más de seis cajones grandes y unidos entre sí. Además, eran enviados por las élites locales.

El paisaje cultural representado en el virreinato del duque de Calabria, la reina Germana y la marquesa del Cenete:

El curso llegaba a su fin y Luis Arciniega García era el encargado de colocar el punto y final con una ponencia que comenzó a las 11:30.



Germana de Foix, segunda esposa de Fernando el Católico, arribó a Valencia después de las Germanías en sustitución del conde de Mélito. “Se trata de un periodo de expectativa porque existía la posibilidad de que hubiera revueltas”, mencionó García al comienzo.

A partir de aquí aparecen en escena el duque de Calabria, que quería construir un panteón real en Valencia. Carlos V entrega el que posteriormente se denominaría, en 1546, Monasterio San Miguel de los Reyes a Mencía de Mendoza, marquesa del Cenete, nacida en Jadraque y esposa de conde de Nassau, Enrique III (señor de Breda y conde de Vianden, mano derecha de Carlos V). Germana de Foix, a su vez, deja expresado en su testamento su deseo de ser enterrada en un Monasterio Jerónimo. Este Monasterio de San Miguel terminó siendo un panteón real.

“En Granada se produce la luna de miel entre Carlos I e Isabel de Portugal, que se casaron en Sevilla. La marquesa de Cenete y la duquesa de Medina de Sidonia acompañan a Isabel en el Alcázar de Sevilla”, afirmó García que, posteriormente, analizaría una obra de arte vinculada al ámbito valenciano denominada “Alegoría”.

“Ha sido calificada como rarísima. Posee una temática sorprendente. Según Post, en la obra hay una distinción de género: a la izquierda los deseos incontrolados y, a la derecha, los valores sabios. Isabel Mateo la califica como ‘humanismo cristiano de carácter didáctico, que alerta sobre los peligros de los apetitos carnales’. En este cuadro se habla de ellos y ellas. Hay comportamientos diferentes según los vientos de la razón, que empujan a los personajes hacia el exterior”, sentenció el profesor.

En él se muestra, además, a través de los personajes, el oro, el amor o la prudencia, grandeza, engaño, apetito o el descuido.



jueves, 6 de julio de 2023

Virreinas novohispanas, neogranadinas y napolitanas: imagen, representación, poder y presencia

 Segunda sesión del curso “Las virreinas en la monarquía de los Austrias. Un poder femenino dentro de las estructuras político-culturales de un imperio”. Pero, esta vez, con cinco ponencias. Tres de ellas de 9 a 14 horas y, las dos restantes, de 16 a 20 horas.


De la jaula a la cauda. Las virreinas novohispanas como objeto de discordia política:

Vacío bibliográfico, escasez de fuentes, ausencia de legislación, papel secundario, tema transversal, renovado interés existente en la actualidad”. Así, con este breve esquema, definía Francisco Montes González, profesor de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla, la figura de las virreinas, a las que tilda como “protagonistas silenciosas y sujetos completamente pasivos en la capacidad de poder expresarse”, verbalmente o , sobre todo, de forma escrita.

González, para realizar una exhaustiva investigación de estas mujeres, ha basado su estudio en fuentes documentales (datos biográficos, bautismo, matrimonios, correspondencia, traslado y comitiva, licencia de pasajeros, permisos de embarque, Archivo General de Indias, Archivos Históricos Nacionales...), fuentes impresas (que calificó como "muy valiosas pero muy peligrosas" ya que hay que tomarlas con cautela) y fuentes gráficas (retratos que aún perduran).

Los nombres del duque de Albuquerque y de la Catedral de México aparecieron en la escena tras la introducción y, después de ello, la famosa jaula que se muestra en el título de la ponencia de González. “Esta jaula era una tribuna o palco para asistir a ceremonias eclesiásticas. Se dice que era un asiento para la virreina ubicado al lado del púlpito. Tú ves pero no eres vista”, mencionó el docente sevillano.

Pero los años pasaron y la jaula continuaba vigente en 1753, hasta que arribó la polémica. “Una condesa ordenó que se desmontara o que, al menos, se quitaran las celosías para que ella fuera vista”, expresó González.

Con respecto a la cauda, el otro elemento que se mostró en el título de la primera presentación de la segunda sesión del curso, se trata de la “falda o cola de la capa magna o consistorial” y da origen al término “caudatario”, definido como “eclesiástico doméstico del obispo o arzobispo destinado a llevarle alzada la cauda”.

Esta aumenta laureles a tu fama: las virreinas novohispanas y la fabricación de una imagen cortesana:

“Que aquel rimas finales pronostica, y esta aumenta laureles a tu fama. Lenguas de fuego, son, con que te llama, el que lago nupcial te clarifica”, comenzó exponiendo Inmaculada Rodríguez Moya, catedrática de Historia del Arte.



Según Moya, la primera alusión a una virreina novohispana tuvo lugar en 1604. Concretamente, a la que se le hizo referencia pertenecía a la dinastía Albuquerque, descendientes de los reyes de Castilla.

Los virreyes, a partir de aquí, comienzan a aparecer en arcos triunfales y, tal y como ha sucedido durante infinidad de siglos, a los monarcas se les ha comparado con dioses. “La belleza era sinónimo de virtud. La virreina novohispana debía proyectar nobleza, virtud y belleza en el virreinato. A partir de mediados del siglo XVII las virreinas parecen quedar a oscuras en estos arcos triunfales”, continuó exponiendo Moya.

Las virreinas comienzan a tener un papel activo en los rituales y ceremonias, pero, según afirma la catedrática, debemos distinguir “el papel en activo de la presencia pública en secreto” y, además, los escudos, pinturas y esculturas expuestas en los arcos triunfales reflejaban una imagen simbólica de ellas.

“El hecho de pertenecer a familias nobles de mayor nivel que su maridos tal vez les otorgara mayor poder y libertad”. Esta reflexión, pronunciada por Moya, fue una de las citas más interesantes de la segunda sesión del curso.

Entre 1686 y 1688 se dieron situaciones delicadas entre parejas de virreyes. Una de ellas iba a ocupar el cargo y, la otra, tendría que cambiar de aires. Por ello solventaban estas complejas y habituales diferencias en el día a día sobre la marcha. “Existían sus presencias en público y en secreto”, sentenció Moya.

Representación real y poder indirecto de las virreinas novohispanas (s. XVI – XVII):

A las 12:30 llegó el turno de Alberto Baena Zapatero, doctor y profesor de Historia de América y, por lo tanto, de la última ponencia de la mañana.

Zapatero comenzó con una interesante reflexión cuya autoría pertenece a Baldassare Castiglione: “No puede haber corte ninguna, por grande y maravillosa, que alcance valor, ni lustre, ni alegría sin damas”.

“En el caso de América, hasta el momento, existen pocas investigaciones sobre las Cortes Virreinales. Aunque el estudio de las Cortes Americanas no sea nuevo, es necesario incluir a las mujeres en el mismo, tanto virreinas como el resto de damas. Las virreinas fueron, tradicionalmente, excluidas de los estudios sobre el ejercicio del poder en la Nueva España por considerar este ámbito de la vida social y política como un espacio público exclusivo para los varones. Su papel fue reducido a la condición de simples compañías pasivas de sus esposos”, expuso el doctor.

Y, a continuación, para entender el papel de las mujeres en el funcionamiento de las Cortes, preguntó: “¿Quién compuso el grupo de los cortesanos y cuál fue su posición dentro de la corte?”. Al virrey le acompañaban familiares y deudos que viajaban desde España, ministros y oficiales junto a sus esposas e hijos. Por el contrario, las virreinas iban acompañadas por un grupo de dueñas (viudas generalmente) y damas (solteras la mayoría de ellas) que eran vigiladas por las primeras.

Además, tal y como escribió Pablo de la Laguna, los criados del virrey eran “una de las principales causas de que él estuviera bien visto”. Asimismo, Zapatero explicó el funcionamiento como punto de contacto, según expresan investigadores como Antonio Rubial, que afirmaba que era “una cancha donde se practicaba el juego del regateo político”.

La ponencia del doctor finalizó con el patronazgo de los virreyes, lo que reforzaba su posición debido a que los criollos quedaban ligados al monarca por una “deuda de gratitud” y, por último, con una teoría sobre las damas solteras que acompañaban a la virreina. “La preferencia por las criadas solteras pudo deberse al deseo de establecer una red de patronazgos que tuvieran como eje a la virreina. El matrimonio de estas peninsulares con miembros de linajes criollos más importantes les aseguraban una serie de adhesiones. El significado de estos cortejos femeninos quedó manifestado por su presencia en todos los actos oficiales o lúdicos a los que acudía la virreina”, sentenció.

La virreina araña: la red de las mujeres de los virreyes de Nápoles dentro y fuera del palacio:

“En el caso de las virreinas de Nápoles no se puede decir que no hay estudios. ¿Podría haber un pasaje del reino soberano a virreinato sin las mujeres del virrey?”, empezó señalando Ida Mauro, profesora de Historia Moderna en la Universidad de Barcelona, a las 16 horas.


“Juana de Aragón, hermana de Fernando el Católico, fue enviada a Valencia en posición de virreina o lugarteniente. Fernando viaja a Nápoles en 1506 con Germana de Foix, Isabel de Aragón y Beatriz de Aragón, por las guerras del norte de Italia. Nos encontramos en un momento en el que la presencia femenina es altísima”, continuó la italiana. Isabel Requesens, a pesar de la muerte de su marido, permanece en Nápoles y otra de las mujeres que forma parte de su corte es María Lorenzo Longo, ambas procedentes de la Corona de Aragón. Tal y como señala Mauro: “Hay una potente red femenina en este comienzo del virreinato”.

Con respecto al papel principal de las virreinas, Mauro sostiene que es el de “ostentar su privacidad”. Asimismo, considera que tienen espacio por las “calles de Nápoles” como pueden ser plazas o tablados, por ejemplo, en los que podrían asistir las damas. “Lo mismo sucedía con las procesiones de las cuatro altares. La virreina se situaba en un balcón de importantes palacios de la ciudad con vistas privilegiadas. Allí llevaba a su séquito”, continuó la docente italiana.

Nápoles, finalmente, terminó siendo un centro estratégico ceremonial y de información.

¿Virreina o esposa del Virrey? La condesa de Mélito (Ana de la Cerda) en el Reino de Valencia durante la revuelta de las Germanías:

Última ponencia de la tarde. Esther Alegre Carvajal comenzó a hablar a las 18 horas ante más de 15 alumnos sentados en una de las aulas de la UNED Guadalajara.


Su exposición se basó en Ana de la Cerda, la condesa de Mélito. “Sobre ella existe una cierta bibliografía. Siempre ofrece aspectos nuevos e interesantes para analizar. Es una de las aristócratas más importantes de la primera mitad del s. XVI”. Su nombre aparece en la portada del Palacio de Pastrana. Sobre su marido, el conde de Mélito, descendiente directo del Cardenal Mendoza, hay una bibliografía más exigua. Es uno de los representantes de la alta nobleza castellana”, afirmó Carvajal, directora de este curso.

Pero Valencia se convierte en una ciudad armada, hay un brote de peste, los nobles abandonan la ciudad, Carlos V se marcha de España y nombra al conde de Mélito virrey de Valencia y Catalunya. “Era culto, refinado y tenía gran experiencia en este nuevo orden que se estaba estableciendo en Nápoles durante los últimos años de Fernando el Católico. Pero no era miembro de la Familia Real”, continúa Carvajal, mientras que Ana de la Cerda “se distinguía por la calidad de su estirpe y era depositaria doblemente de sangre real. Ella es la hija del hermano del primer duque de Medinacelli. Era una rica propietaria y era heredera directa del ducado de Medinacelli”.

Su viaje desde Guadalajara a Valencia duró 20 días. Pasaron por Tendilla-Mondéjar, Fuentidueña, Tarancón Puebla de Almenara y Requena, hasta llegar a Valencia y fueron acompañados por un séquito de 90 personas. Se instalaron en Cocentaina, asaltaron su castillo durante continuas revueltas, se marcharon a Xativa (donde permanecieron un mes), posteriormente a Denia (el destino más prolongado, un año) y, después, a Peñíscola, por la llegada de Carlos V.

Pero, ¿podemos hablar de ella como virreina? “En este momento ser virreina no tenía mucho más de lo que podía significar un siglo después. El término de virreina podía hacer referencia a una dignidad de la monarquía pero también a un estado conyugal y civil de una mujer, el de ser esposa del virrey”, sentenció Carvajal.